Celia Cruz, de las nanas a la salsa

Nunca dejaba de sonreír, llevaba peluca, vestidos de colores y gritaba con fuerza ¡azúcar! Celia Cruz, nacida Úrsula Celia de la Caridad Alfonso en Santo Suárez de La Habana un 21 de octubre de no se sabe muy bien qué año (todo apunta a que fue entre 1920 y 1925, pero la cantante nunca quiso revelarlo), era la segunda hija de un fogonero del ferrocarril, Simón Cruz, y de un ama de casa llamada Catalina Alfonso. Tenía tres hermanos, Dolores, Gladys y Bárbaro, que ella se encargaba de dormir con canciones de cuna. Así es como comenzó a cantar. Sin embargo, su padre quería que fuese maestra, y por ello comenzó a estudiar magisterio; cuando estaba apunto de terminar su formación, la abandonó por su gran pasión, la música. Así es como comenzó a estudiar en el Conservatorio Nacional de Música de Cuba. El éxito, sin embargo, le llegó de fuera de las fronteras. 

En los años 60 salió de Cuba con la orquesta "La Sonora Matancera" destino a México. Gracias a esta formación adquiriría una enorme popularidad durante los 15 años que estuvo en ella. A pesar de sus pesares y de su amor por su patria querida, la cantante renegó hasta sus últimos días de la revolución que Fidel Castro puso en marcha. De ahí a Estados Unidos, país del que adquirió la nacionalidad y donde viviría, exiliada, hasta sus últimos días junto a su marido, el trompetista Pedro Knight, al que conoció en 1950 cuando ambos formaban parte de "La Sonora Matancera "y con el que estuvo 41 años casada. 

Su popularidad le llevó a realizar cientos de giras por el mundo. Tuvo el honor de ser la primera hispana y negra en cantar en el mítico "Carnegie Hall", participó en películas como "Los Reyes del Mambo"… y hasta consiguió el Récord Guinnes en 1987 por haber cantado ante 250.000 personas en el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife. Nunca antes nadie había logrado reunir a tanta gente en un concierto al aire libre que pasará a la historia.

Su estilo sobre el escenario no tenía comparación con ningún otro. De voz prodigiosa, se la llegó a comparar con Ella Fitzgerald y Billy Holliday porque era capaz de cambiar de registro con una facilidad inigualable. Sin embargo, se quedó con el apodo de ‘la reina de la salsa’ por popularizar, entre otras, canciones como Quimbara, La vida es un carnaval o La negra tiene tumbao, extraída del último álbum que grabó y que lleva este mismo nombre.

Su trayectoria está repleta de premios, entre los que destacan siete Grammy y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, allá por 1987.

Sin embargo, la cantante no sólo revolucionó el mundo de la música. Su fascinación por los largos y coloridos vestidos, sus divertidas pelucas y sus ya míticos zapatos de tacón invertido la convertían en todo un icono que no sólo triunfaba en la música. La gran pantalla también cayó rendida a su voz, pues su música está en más de 30 películas inspiradas en el mundo latino. Llegó, incluso, a participar en el mítico concierto Pavarotti and friends que tuvo lugar en Módena en 1999 invitada por el tenor Luciano Pavarotti.

Murió a los 77 años víctima de un tumor cerebral en Nueva Jersey, Estados Unidos. Sin embargo, lo que no se llevó fue esa fuerza sobre el escenario, esos trajes tan vistosos y esas pelucas imposibles que le daban ese aspecto tan divertido con el que ella quería transmitir que la vida era eso, un carnaval.