El director y guionista francés, François Ozon que no puede faltar a ninguno de los festivales más
importantes de Europa, y que ganó la Concha de Oro a la Mejor Película del
Festival de San Sebastián en 2012 con “En la casa”, vuelve a la gran pantalla
con “Joven y bonita”. Película que
fue candidata en el festival de Cannes pero del que volvió con las manos
vacías. Un film controvertido y que sin duda no ha dejado
indiferente a nadie. A pesar de las buenas críticas que ha recibido en nuestro
país, incluso por los críticos más mayores, algunas críticas femeninas de cine han acusado al director de misógino,
argumentando que muestra una imagen demasiado glamurosa de una profesión, en
general, mezquina.
“Joven y bonita” es el
mito de “Belle de jour” trasladado a la actualidad. Una película, por lo
menos incomoda, basada en el sexo, miedo, lujuria, pasión y en el descontrol,
pero sin ser pornografía. En la que Ozon presenta el duro retrato de Isabelle (Marine Vatch), una adolescente de
familia acomodada, que tras perder la virginidad, y descubrir el sexo y el
poder que éste le otorga debido a su gran belleza, comienza una doble vida:
estudiante responsable por la mañana y prostituta con hombres mayores por la
tarde. Un relato dividido en cuatro estaciones al ritmo de cuatro canciones de
Françoise Hardy, mediante una elegante realización y un predominio del lenguaje
no verbal, que la hacen alejarse de un film basado en el morbo.
Durante la narración, el
director no juzga al personaje ni sus decisiones. Sin embargo, deja claro el
sufrimiento de la madre al conocer la doble vida de su hija, que se debate
entre sentir asco de Isabelle o culparse del comportamiento de la joven. Una película que no ha llegado para marcharse de forma
fugaz, si no que consiste en mirar al sexo de una manera que asusta, intriga y
nunca consuela. En la que Ozon aborda el
tema la prostitución con frialdad, y su mirada está dispensa de cualquier afán
sociológico o moralizador.
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