Entusiasmado desde muy joven por la literatura y la canción francesa - especialmente por Édith Piaf – se traslada a Francia a comienzos de la década de los cincuenta. Allí, se hace aún más’ adicto’ a la chanson française, continuando la saga de cantautores como Georges Brassens, quién llega a él como una revelación. Tanto es así que decide cambiar su nombre por el de, quien él consideró, su maestro.
Yves Montand, Serge Reggiani e incluso la misma Piaf, a la que conocería en 1958, pusieron voz a muchas de las letras de Moustaki, desde Ma Solitude hasta Dame Brune, que interpretó a dúo con Barbara.
Políglota (hablaba más de cinco idiomas) siempre tuvo el Mediterráneo como faro guía, llegando incluso a afirmar que en la misma América del Sur llegó a ver la esencia del Mare Nostrum. Y fue allí (Niza), “cerca del mar” - parafraseando a otro grande de la música como es Serrat – donde se fue George Moustaki, el eterno Métèque – “extranjero”, el pasado 23 de mayo. Au revoir, genio.
Pour vivre ma vie en la rêvant
J'ai suivi le soleil et le vent
Sans jamais mettre une goutte d'eau dans mon vin
J'ai fait de chaque jour un festin
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