Quien más, quien menos, todos podemos mantener una conversación sobre política, argumentar a favor o en contra de ciertas decisiones, posicionarnos. Pero cuando se habla de economía, de políticas económicas o de economía política, todo resulta mucho más confuso. ¿Quién puede explicar los motivos de la actual crisis? ¿Está el ciudadano de a pie capacitado para comprenderlos? Es obvio que nuestra formación en materia económica es insuficiente, como también lo es, en términos generales, nuestro adiestramiento en cuanto a inteligencia emocional se refiere. Pero si bien el problema —la endeblez— de esta última, de la inteligencia emocional —quizá la disciplina más compleja e indómita—, puede solventarse a través de la experiencia, en el proceso de aprendizaje que es la vida, los conocimientos económicos han sido relegados solo al alcance de los especialistas y de los muy curiosos. ¿Por qué es esto así, siendo la economía un pilar esencial de toda sociedad, de todo individuo? La respuesta rápida: porque no interesa. Es fácil concluir que en un mundo bien economizado —donde todos formáramos parte de la economía de manera equitativa— los poderosos no serían tales , o no lo serían por las mismas razones por las que lo son hoy.
EuroEstafa pretende
aclarar algunos puntos clave sobre la crisis. La indagación sobre las causas que han conducido a la
situación actual en España va más allá de nuestras fronteras, mostrando cómo
las raíces de nuestros problemas económicos nacen —o nacieron— en Europa. El
documental parte, a modo de introducción, de los
casos recientes vinculados a los impagos de hipotecas y los
consecuentes desahucios
. Es decir, parte del aquí y ahora en España. Ada Colau, activista social miembro de
la Plataforma de afectados por la hipoteca en Barcelona, enuncia así el
problema: “Hay miles de personas que hacen lo que hace todo el mundo, lo que el
Estado les recomendara que hicieran: trabajar, formar una familia, comprarse
una casa, que no eran conscientes de asumir ningún riesgo, sino todo lo
contrario, hacían lo más normal del mundo. Y en muy poco tiempo lo pierden
todo. Se pasa de la absoluta normalidad a que el sistema te diga: “Te has
equivocado, has cometido un gran error, el peor error de tu vida, no te vas a
poder recuperar nunca más hagas lo que hagas porque la deuda sigue creciendo.
Te expulsamos del sistema y nunca más te vas a poder reinsertar en él””.
Todavía en la parte
introductoria, la voz en off recuerda algunos datos preocupantes: “España es
uno de los pocos países donde perder la vivienda por impago de la hipoteca no
es suficiente para saldar la deuda”. O, para los que todavía piensan que
aquello de los desahucios es —o fue— algo aislado:
“En España, 177 personas son desahuciadas cada día”. El número de
suicidios motivados por problemas económicos anclados a la crisis no es tan
fácil de calcular.
Poco a poco, la trama
documental va adentrándose en Europa, perfilando culpables. Pero de tantas
causas y tantos culpables, unos y otros quedan desdibujados en una investigación
que pronto se torna laberíntica; apenas estamos comprendiendo una idea ya está desarrollándose
otra. Quizá esta confusión solo se deba a la falta de costumbre a que me
expliquen estas cosas de un modo claro y correcto. Pese al cúmulo de
información, algunas ideas sobresalen: que las decisiones en Europa se toman
para hacer de nuestro continente un bloque competitivo económicamente contra
los otros dos grandes adversarios: EEUU y China. Que los planteamientos
sociales son de segundo orden, es decir, que el bienestar de los ciudadanos no
es tenido en cuenta más que como algo tangencial; nuestro bienestar está supeditado
a un bien mayor, el gran capital, un
bien
que pretenden hacernos creer que es común, cuando en realidad solo beneficia a
los de siempre. Que
la crisis podría
haberse evitado
. Que derechas e izquierdas se diluyen en Europa, ya que
como recuerda el doctor en Ciencias Políticas
Éric Toussaint: “en el parlamento
europeo el 80% de los partidos socialistas votan con la familia del PP español
,
es decir, comparten la misma visión de la construcción europea; sobre lo
fundamental, los socialistas se pusieron al servicio del gran capital”.
Al final, en boca de varios protagonistas (entre ellos el muy crítico ex ministro socialista Miguel Sebastián) se desliza la única solución posible: una democracia auténtica. A estas alturas, el término viene revestido de cierto tufo a concepto idealizado, utópico, como cuando se habla de comunismo: un sistema ideal en teoría, pero imposible de materializar en la práctica .
Documental completo:
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