‘Un millón de gotas’, nueva novela de Víctor del Árbol
Las novelas de Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) han
sido denominadas “thrillers literarios”
por algunos críticos, tal vez para resaltar que sus historias van mucho más
allá de las fronteras y compromisos que el género negro exige. Son obras literarias por la profundidad y
trascendencia humanas que en sus páginas se abordan. Del Árbol fue mosso d’esquadra
durante diez años, experiencia de la cual rescata dos lecciones básicas: aprender a no juzgar y aprender a observar,
convertidas en normas de estilo cuando se aplican a su narración.
La historia de Un
millón de gotas nace de una interesante cuestión que se plantea Del
árbol: ¿hemos pensado alguna vez quiénes
eran nuestros padres antes de ser nuestros padres? ¿cómo hubiera
evolucionado su vida sin nuestra existencia? Esta idea está imbricada con la
premisa que sustenta toda la obra del escritor barcelonés: el retorno a las
raíces es imprescindible para saber quiénes somos, para entender nuestro
presente y nuestro papel en él. Es a través de esa mirada al pasado como
podemos conocer nuestros traumas, y así, a través del descubrimiento de los
mismos, tomar conciencia y superarlos.
En esta novela, Gonzalo
Gil intenta comprender su presente, su contexto (Barcelona en la actualidad) indagando en el pasado de un padre,
Elías Gil, al que apenas conoció. Varias muertes muy cercanas en la esfera de
Gonzalo lo catapultarán a la URSS de los
años 30, donde habitó Elías, por entonces ingeniero en ciernes con el
idealismo propio de cualquier joven. Asistimos así al periplo de Elías por la
antigua Unión Soviética, el inevitable desencanto del joven al toparse con el auténtico comunismo, su paso por el
gulag, la salvación a través del amor. Esta estructura de tramas alternas —el
presente de Gonzalo y el presente antiguo
de Elías— ofrece al escritor la oportunidad de desarrollar dos teorías,
dos puntales en su universo cognoscitivo y, por ende, en su construcción
narrativa. Por una parte, la idea del tiempo
unidimensional: para el autor el Tiempo es siempre el mismo, somos nosotros
quienes pasamos sobre él y no al revés. Así, trabajar con dos tramas distintas
—y alejadas— le permite demostrar que
el tiempo no cambia aunque cambien las circunstancias. Por otra parte, Del
Árbol vuelca su teoría de ‘la invención
de la memoria’, según la cual para explicarnos nuestro presente, quiénes
somos, tendemos a idealizar el pasado. Tendemos a mirar hacia atrás con
indulgencia, a construir una historia coherente que nos sustente, aunque para
obtener esa coherencia debamos recurrir a ciertas ficciones satisfactorias.
Una de las claves
narrativas de Del Árbol en esta novela es que el protagonista, Gonzalo, va conociendo
a la vez que el lector quién era su padre. Un conocimiento esencial, pues para
el escritor “el verdadero amor es
conocimiento, no es respeto, no es admiración, y eso es duro y puede llegar a
ser trágico”.
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