Un profesor suizo se
dirige a la escuela donde imparte clase. De camino, al cruzar un puente, ve a una
muchacha subida a la baranda que se dispone a lanzarse al vacío. El profesor la
rescata abalanzándose sobre ella, que le pregunta si puede caminar con él. Llegan
juntos al aula donde los alumnos esperan y, tras escuchar unos minutos, la
muchacha huye de allí olvidando su abrigo. En un bolsillo, el profesor
encuentra un libro de un escritor portugués. Y en su interior un billete con
destino a Lisboa que parte ese mismo día. Hechizado por las líneas que lee, el
profesor va a la estación con la esperanza de encontrar a la muchacha. Ella no
está allí, y en un arrebato el profesor se sube al tren nocturno. Pasará el
viaje leyendo el libro, reflexiones
filosóficas en clave poética de un autor misterioso que parece apelar directamente al profesor.
Estos diez minutos de
cinta bastan para atrapar al espectador y hacer que, al igual que el profesor Gregorius (Jeremy Irons),
quiera saber todo sobre el misterioso escritor
portugués llamado Amadeu Do Prado (Jack Huston). En su búsqueda, el profesor
revive la historia de Amadeu, una historia de pasión y amistad marcada por el
contexto en el que tuvo lugar, la Lisboa
sometida por la dictadura de Salazar. Las imágenes del pasado se suceden a
través de la mirada idealizadora del profesor, que con su búsqueda incidirá en
la vida presente de algunos de los protagonistas del relato en torno a la
figura de Amadeu. En definitiva, como en toda búsqueda, el profesor no estará
sino indagando en su propia existencia. La película es una adaptación de la novela homónima de Pascal Mercier —seudónimo del
profesor de filosofía Peter Bieri—, cuya huella reflexiva y literaria es una constante
clave en su extrapolación cinematográfica.
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