‘La imagen perdida’, un documental de Rithy Panh

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A mediados de los 70, la organización guerrillera de los Jemeres Rojos esclavizó y masacró a gran parte de la población camboyana. Con la excusa del maoísmo fundaron un gobierno de características totalitarias. Por entonces, el hoy director camboyano Rithy Panh era solo un niño, pero la huella de aquel oscuro pasaje continúa indeleble hasta el día de hoy, tanto en su memoria como en la colectiva de su país. Panh ha consagrado su carrera no solo a preservar esa memoria sino también a ahondar en ella, a indagar en aquel periodo de la historia del que los Jemeres Rojos pretendieron apropiarse, en un primer momento, y borrar después, tras la caída de su fallido régimen, a través de la destrucción sistemática de todo lo vinculado a la cultura —desde instalaciones y bobinas de películas hasta artistas de cualquier disciplina—. Es por ello que el cineasta ha utilizado imágenes de archivo —filmadas por el propio régimen con proyección propagandística, las únicas que se conservan de la época, para armar este documental.

 

El título, La imagen perdida, hace referencia a la ausencia de imágenes, fotografiadas o filmadas, del horror impuesto por los Jemeres. Imágenes que retraten la realidad que Panh, su familia y su pueblo sufrieron. Las imágenes preservadas que vemos desfilar solo muestran la apariencia digna, ordenada y trabajadora que a los Jemeres convenía difundir. A esas imágenes Panh enfrenta las creadas por él mismo: representaciones de sus recuerdos a través de figuritas de arcilla, que vendrían a llenar esa ausencia forzosa de imágenes reales del exterminio. Panh explica así su decisión: “No puedo dirigir actores y decirles cómo morir o sufrir. Mi imposibilidad para afrontar una ficción viene de mi implicación en la historia, de haber sufrido esos hechos”. Y añade: “Me parece más interesante estudiar la intención del genocidio que producir imágenes sobre sus actos”. Esa intención de distanciarse y, a su vez, la posibilidad de lograrlo solo hasta cierto punto quedan también reflejadas en la manera escogida por el director para articular la historia: pasajes del libro La Eliminación, coescrito por el propio Panh, narradas por la voz en off de un famoso matemático. Un nuevo prisma, una nueva perspectiva desde la que abordar la reflexión tanto sobre la denuncia como sobre el propio ejercicio cinematográfico.

 

      

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