RED LIGHT SECRETS: MUSEO DE LA PROSTITUCIÓN
Si la curiosidad mató al gato,
esta vez agotará sus siete vidas ante las puertas del Red Light Secrets, el primer museo dedicado a la prostitución del
mundo. Situado en el Barrio Rojo, una zona de la ciudad de Amsterdam cuyos
orígenes se remontan al siglo XIX, este museo quiere dar una visión completa y
al detalle del día a día de las
meretrices –para algunos desconocido y morboso -.
Si bien despertar la curiosidad
pueda callar algunos rumores sobre los tópicos ligados a las meretrices, una
entrada de 7,50 €, comprada en una taquilla que imita a la de las casas de
citas de los años 50, adentra al ‘turista’ en el mundo de la prostitución
legalizada. El visitante puede ponerse en el lugar de la meretriz viendo los
escaparates en los que seduce a clientes potenciales, accediendo a las
habitaciones (baratas o de lujo), viendo los instrumentos sexuales y
sadomasoquistas que se emplean, y hacer un recorrido de la moda de las
meretrices desde los años 20 hasta la actualidad. Una puerta de flecos rojos es
la única barrera que separa el escaparate de la habitación (de baja gama) que
visita el cliente. Una cama incómoda y una luz de neón violeta que ilumina el
cuarto, con un lavabo a los pies de la cama son las únicas dependencias para
una visita, dicen, que durará más que unos minutos. Si el cliente así lo desea,
el lujo puede llegar a ser posible: baño completo, televisión, suelo de moqueta
roja y ornamentos dorados están disponibles para aquellos que quieran pagar
hasta 200 € por hora por servicios más prolongados.
Aunque el ejercicio de la
prostitución – según dicen, el trabajo más antiguo del mundo – fue legalizado
en Holanda hace años, no está exento de la crítica social. Se calcula que en el
Barrio Rojo trabajan alrededor de 900 meretrices en 276 escaparates. La mayoría
son mujeres de entre 21 y 55 años, muchas de ellas jóvenes estudiantes que no
alcanzan a pagar sus estudios o mujeres que, aunque con pareja estable – se calcula
que un 70% - no llegan a igualar con otro trabajo los ingresos que les aporta
vender sus servicios sexuales. En muchos casos, esta legalización provoca el
efecto contrario: muchas mujeres atienden de manera privada en sus casas a los
clientes por miedo a que en un futuro quede reflejado el trabajo de meretriz en
su vida laboral y en la seguridad social.
Como siempre, cada cual que saque sus propias conclusiones. Por si acaso, el museo tiene a disposición del visitante un reclinatorio al final del recorrido donde puede arrodillarse y pedir perdón por cualquiera de los pecados que haya podido cometer o, simplemente haya pensado durante su visita.
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