EL PROBLEMA: LOS GUIONES
De Niro y Stallone vuelven al ring
Diego Plap |
viernes, 3 de enero de 2014, 18:21
El cine norteamericano parece empeñado en restituir la gloria a viejos actores y personajes que nunca serán lo que fueron. O, si no restituir, al menos sacar tajada de los grandes éxitos pasados. Al menos tiene la decencia, la mayoría de las veces, de hacerlo en forma de comedia, riéndose tanto de los actores como de la propia industria. Y se diría que también del público, si no fuera porque es el público el que llena la sala una y otra vez e incita a una nueva producción de calidad más que cuestionable. Ejemplo paradigmático es la saga de Los Mercenarios, por la que ha desfilado, a ritmo de golpes, disparos y explosiones, un gran plantel de los actores de acción más carismáticos de Hollywood. El problema no es que estos actores aparezcan en pantalla repitiendo roles, sino que se espere que su presencia, por sí sola, sostenga la historia y saque adelante el film. El problema es que los guiones son malos.
Siguiendo esta línea, llega a los cines La Gran Revancha (Peter Segal, 2013), donde Sylvester Stallone y Robert De Niro, dos ex boxeadores septuagenarios antaño rivales, se preparan para enfrentarse en un último combate. En la película, treinta años han pasado desde que los dos púgiles midiesen sus fuerzas por última vez. Asimismo y en obvio paralelismo, más de tres décadas distan desde que los dos actores protagonizaran dos de los papeles que más contribuyeron a su fama: Stallone dio vida a Rocky Balboa en Rocky (John G. Avildsen, 1976), mientras que De Niro representó a Jake La Motta en Toro Salvaje (Martin Scorsese, 1980). Podría servir el contexto para trazar una historia épica, o al menos una profunda reflexión, sobre el otoño de la vida, y podría hacerse sin dejar de lado el tamiz cómico. Pero lejos de ello, no encontramos más que lugares comunes. Dos viejos ejercitan su maltrecho físico de la mano de sendos entrenadores, interpretados con gracia por Kevin Hart y Alan Arkin, personajes necesarios para que la trama fluya. Convendría que las productoras y guionistas norteamericanos tuviesen más presente aquello de que "al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver".
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