Georges Brassens, el trovador
Nació en
Seté, en el sur de Francia, en el seno de una familia humilde de clase
obrera. No tardó en entender el significado de anarquía. Castigado
en el colegio a estar encerrado dentro de un armario, comprendió que la
autoridad y el poder serían los enemigos a los que tendría que combatir toda su
vida. Pero no todo fue malo para él en la escuela. Su maestro, Alphonse
Bonnafé, le descubrió el mundo de la poesía y le marcó para siempre: “Gracias
a él abrí mi mente a algo mucho más grande. Incluso ahora, cada vez que escribo
una canción, me hago siempre la misma pregunta: ¿le gustaría a él?
Sus
canciones son textos irónicos, obscenos, divertidos. Cantó a los
ladrones y a las prostitutas, a los amigos y a los perdedores, a la gente que
ama y se besa, a la vida que pasa y al tiempo que no perdona.
Brassens encarna la estética del perdedor, sin perder la simbología de la rebeldía. Así de claro, fue un anarquista declarado. Alcanzó la gloria al ser distinguido con el Premio Nacional de Poesía de la Academia Francesa de la Lengua. Sus letras lidiaban con ironía las relaciones y los problemas sociales. Su mordiente estilo contra la burguesía, contra el orden establecido, fue lo que caracterizó muchas (la mayoría) de sus canciones:
“Al ver que los pobres gendarmes/ estaban a punto de sucumbir/ me alegré, pues los adoro/ en forma de fiambre”
Humilde, supo compaginar su amistad con sus amigos de la infancia con la de las grandes estrellas como Jaques Brel o Lino Ventura. En Les copains d’abord habla de ellos (los amigos) como los compañeros con los que realizamos el viaje de la vida. También puso música a poemas de muchos otros escritores, como Louis Aragon, Victor Hugo, Jean Richepin.
Siempre se mantuvo fiel a su ideología libertaria, su no conformismo, su forma de ver y querer cambiar el mundo. “La única revolución es intentar mejorar uno mismo esperando que los demás también lo hagan”. O como cantaba en Saturno: “Es triste, es silencioso. Preside las cosas del tiempo. Es Saturno”
Su biografía en comic. Brassens. La Libertad
“Los japoneses tienen a Totoro... los franceses tienen a George Brassens"
(Joann Sfar)
Frente a la interminable lista de lo dicho y escrito, el ilustrador y escritor francés Joann Sfar (Niza, 1977) recoge el guante. El objetivo: una biografía en comic de Brassens. Y lo hizo a lo grande. En 2011 aceptó el reto de ejercer de comisario de la exposición organizada por la Cité de la Musique parisina en torno al cantautor.
No es un principiante Sfar, estrella del cómic francés y europeo (de su obra El Gato del rabino vendió 800.000 álbumes; ha ganado dos premios César, uno de ellos por su película Gainsbourg. Vida heroica). Así, montó la muestra y diseñó un comic de unas 80 páginas que, bajo el título Brassens. La libertad, llegó a las librerías en su versión española en el mes de enero de este mismo año (Fulgencio Pimentel Editor).
El libro más que una biografía es la percepción imaginativa y peculiar que tiene un fan (Joann Sfar) sobre un artista que cambió su vida. Sfar tuvo acceso a numerosos documentos inéditos, que usa para crear un relato anárquico, sin orden ni concierto, pero que permite que nosotros mismos construyamos la personalidad del cantante. Avanzando y retrocediendo, según nos apetezca.
Su intención al hacer este retrato era demostrar que Brassens era a la vez un provocador nato y un tipo entrañable. Alguien que podía meterse con la religión y la política sin ser malo.
El libro incluye textos de Patricia Godes, Juan de Pablos, Dildo de Congost y Vicente Fabuel. Éste recoge en el suyo las palabras de Gabriel García Márquez. Lo vio en persona una sola vez, cuando su primera presentación en el Olympia de París. Este es su recuerdo:
“Era
un oso tierno, con los ojos más tristes que he visto nunca y un instinto poético
que no se detenía ante nada. Era imposible saber si llorábamos por la belleza
de sus canciones o por la compasión que nos suscitaba aquel hombre hecho para
otros mundos y otro tiempo (...)
Lo único que no me gustan son sus malas palabras" decía su madre. En realidad, era capaz de decirlo todo y mucho más de lo que era permisible, pero lo decía con una fuerza lírica que arrastraba cualquier cosa a la orilla del bien y del mal."
Escribe tu comentario