Emmet Gowin: Fotografías de una vida, de un amor.
Ya
son casi tres semanas las que lleva en Madrid y se quedará hasta el 1 de
septiembre. Emmet Gowin (Virginia,
1941) nos ofrece la mayor retrospectiva que sobre él se ha hecho en Europa en la
Sala Azca de la Fundación Mapfre, con más de 180 fotografías en blanco y negro,
algunas nunca antes expuestas y realizadas en España.
Fotografías
de una vida, biográficas. El fotógrafo americano nació en el seno de una
familia religiosa: madre cuáquera y padre metodista. La espiritualidad, por
tanto, así como su relación con la naturaleza, es algo que nunca le abandonará
y aparecerá como leitmotiv en cada
una de sus obras.
La intimidad de una familia
Las
fotografías de sus primeros años se centran en su familia y especialmente en su
mujer, Edith, su musa eterna. La conoció una noche de 1960 en un baile y al
verla supo que jamás dejaría de amarla. Cuatro años después se convirtió en su
esposa y Gowin fue adoptado por su familia, trabajadores de un molino de
Danville a los que el fotógrafo siempre admiraría por su gran humildad. Así lo
dicen sus fotografías de esa época, Edith y su familia mientras trabajan o
juegan en la granja.
A
Gowin le gusta experimentar y en estos años empieza a realizar fotografías con
un círculo negro alrededor creado por una desproporción entre la lente y la
cámara: el uso de una lente de una cámara de 4x5 pulgadas en una de 8x10. El
anillo oscuro crea una distancia entre el espectador y el objeto, las
diferencias entre luz y sombra se hacen abismales y otorga a las imágenes toda
una atmósfera de misterio.
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En
1967 Gowin se gradúa en la Escuela de Diseño de Rhode Island, donde trabajó con
el fotógrafo Harry Callahan, una de sus mayores influencias junto a Frederick
Sommer, a quien conoció este mismo año al mudarse a Ohio para dar clases en el Dayton
Art Institute. Si sus maestros le enseñaron sobre técnica y ciencia, la mayor
lección que Gowin aprendió fue dada por las propias fotografías que realizó a
su familia: la importancia de la conexión emocional.
Fotografía de paisaje
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Empezó
entonces a visitar a amigos en Italia y
a tomar fotografías de los paisajes, imágenes de los ciudadanos de Siena recogiendo aceitunas,
de las ruinas arquitectónicas de Madera. Paisajes siempre
sagrados a sus ojos, sin olvidar la educación de sus padres, la naturaleza en
relación con el ser humano. Pero fue Petra, sin lugar a dudas, la ciudad que
más le impresionó, la que le hizo recordar la Biblia de su padre y pensar en
las antiguas civilizaciones.
El mundo desde un avión
En 1980, unas semanas antes de que fuera a empezar a tomar fotografías de paisajes del estado de Washington, el Monte St. Helens erosionó. Gowin encontró un piloto que asumió el riesgo de subir por encima del volcán y pudo tomar fotografías desde allí. Aquel suceso le cambió y empezó a interesarse por la fotografía aérea en un intento de plasmar el impacto del hombre sobre la naturaleza. Desde aquel día ha ido tomando fotos aéreas por distintos países registrando reservas nucleares, lugares impregnados de residuos tóxicos, bases militares, la construcción de campos de golf…, consiguiendo unas imágenes de aspecto sublime, de tensión entre la belleza visual y la devastación natural.
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Siempre Edith
Gowin
nunca dejó de fotografiar a su mujer, nunca se cansó de ver su rostro y su
cuerpo, nunca dejó de amarla. En la exposición nos encontramos con retratos de
Edith desde su juventud hasta su madurez,
mostrándonos cada momento de su vida: su intimidad, su embarazo, su
sexualidad. Y es que para nuestro fotógrafo “[…] Edith sigue siendo el hilo
conductor y la experiencia redentora de mi vida: es, en gran medida, el poema
que ocupa el centro de mi obra. Estas fotos expresan lo que siento por el
mundo”.
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Así
lo demuestra, una vez más, en su serie de fotografías “Mariposas nocturnas.
Edith en Panamá”, en las que Gowin incorpora una silueta recortada de su mujer
a su catalogación de mariposas. Edith no fue a Latinoamérica, no estaba en
carne y hueso, pero no dejó de ser el tema principal de la obra de su marido.
Como
antes dije, fotografías de toda una vida y la historia de un amor que no os
podéis perder.
Imágenes de la Galería Jackson Fine Art
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