Paul Cezanne, el primero en llegar

Pintaba con gran interés la vida contemporánea, el mundo tal y como era, sin idealizaciones de ningún tipo. Quería transmitir con la pintura esa realidad y lo conseguía a través de formas simples y planos de color… por todo ello y por ser una figura fundamental en la pintura del siglo XIX el museo Thyssen Bornemisza le dedicará su primera exposición de 2014 en un recorrido que se centrará en los paisajes y en las naturalezas muertas.

Pintor incomprendido, se sintió identificado con aquel hombre fracasado que fue el protagonista de la obra de Émile Zola Loeuvre y por la que rompió su amistad con el escritor.

Exponía de forma muy casual, tenía pocos amigos y la crítica no acababa de ver con buenos ojos sus obras. Como les ocurrió a otros pintores, sólo logró realizar una exposición individual al final de su vida, en la galería  de Ambroise Vollard en 1895. Esa “primera muestra” fue tan sólo el principio de lo que después llegaría: su influencia en los fauvistas y cubistas. No en vano su exposición póstuma en París en 1907 desencadenó el comienzo del cubismo.

A pesar de estar considerado como el padre del arte moderno, como hicieron anteriormente los impresionistas, los motivos de sus obras están colocados como si de una puesta en escena se tratase, lugares donde no hay horas del día y por donde el tiempo se ha quedado congelado en un instante. Tan sólo se permite la licencia de incorporar en sus bodegones pequeños objetos que fuerzan a la composición hasta una pequeña estabilidad.

Sus últimos años los pasó en Provenza, su tierra natal, donde desde su estudio situado en alto de los Lauves se dedicó a pintar a los campesinos de Aix-en-Provence y naturalezas muertas, que se convirtieron en una verdadera obsesión en su afán de descubrir el proceso analítico de las estructuras de la realidad.