El museo Thyssen reinvindica a Pissarro
Posiblemente fue Paul Cézanne
quien mejor “dibujó” a Camille Pissarro (1830-1903) el día en que le apuntaló estas dos palabras: “Humilde y colosal”. Fue una de las figuras fundamentales del
impresionismo y paradójicamente es la menos reconocida de este movimiento. Redactó los primeros estatutos y fue quién más
hizo por mantener unido al grupo. Un grupo que siempre estuvo al borde de la
ruptura, marcado por las suficiencias y vanidades. Además, fue el único que estuvo presente en todas las exposiciones desde 1874 hasta 1886.
Sin embargo, las
circunstancias le llevaron a una segunda división del movimiento impresionista;
no es fácil coincidir en el tiempo con el maestro de los maestros. “El pronto
eclipse de Pisarro”, explica Guillermo Solana, director del Thyssen y comisario
de la muestra, “tiene un claro protagonista, Monet, más seductor, más brillante
y comercial, con una pintura más rápida de llegar al público”.
Con esta retrospectiva, el museo pretende devolverle al lugar que le corresponde, no sólo como padre del impresionismo, sino como uno de los fundadores de la modernidad. La muestra, que presenta 79 óleos, se articula cronológicamente en función de los lugares donde residió y que inspiraron su pintura, como Louveciennes, Pontoise y Éragny.
Etapas
Pissarro empezó a pintar al
aire libre animado por Corot y enseguida tuvo claro que lo suyo eran los
paisajes. Con Monet pintó en la niebla de Londres pero sobre todo era un maestro
retratando el campo.
En las granjas y los campos
labrados encuentra un lograr para experimentar; como este lienzo de la época en la que compartía caballete con
Cézanne.
Con 61 años una enfermedad
ocular impide a Pissarro pintar muchas horas al aire libre, decide entonces pintar desde la habitación de su casa o
desde habitaciones de hotel. Son las series de las grandes avenidas de París. Paísajes urbanos tomados desde
una ventana con los que cosecha el éxito comercial. Siempre discreto, si por algo se caracterizó Pissarro fue por su generosidad y su afán de enseñar a los demás. El artista era en palabras de Gauguin: “el padre de todos nosotros, el bon dieu”. |
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