​‘Ciutat Morta’, un documental imprescindible sobre el 4F

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La noche del 4 de febrero de 2006 se produjo un enfrentamiento entre la Guardia Urbana de Barcelona y un grupo de personas, con motivo de la celebración de una fiesta en un antiguo teatro situado en el centro de la Ciudad Condal. Desde una vivienda ocupada de la calle Sant Pere Més Baix, epicentro del altercado, cayó una maceta sobre la cabeza de un policía que no portaba casco, resultando este gravemente herido. El accidente desató la sed de venganza de los Urbanas compañeros del afectado, que detuvieron in situ a varios jóvenes acusándolos de ser los perpetradores de la agresión. La versión policial fue que una piedra lanzada a pie de calle por uno de ellos causó la lesión fatal que sumió al Guardia en estado vegetativo.


Aquella misma noche, Patricia Heras y Alfredo Pestana salieron a dar una vuelta en bici y sufrieron una caída. Pese a que las heridas de ambos eran leves, acudieron al Hospital del Mar. Fue a este mismo centro donde los Guardias llevaron a los jóvenes detenidos con anterioridad, para que fuesen tratados por los primeros golpes propinados por los propios Urbanas. Patricia aguardaba en la sala de espera a que su amigo Alfredo saliera de la consulta. Uno de los policías la vio y, debido a su aspecto —el pelo cortado a cuadraditos, una ropa ‘diferente’—, decidió incluirla en el lote de individuos antisistema, junto con Alfredo, y acusarla, al igual que a los otros jóvenes ya retenidos, de participar directamente en los sucesos que provocaron la lesión del policía.


A partir de aquella noche, comenzó para los jóvenes un proceso judicial pesadillesco que se prolongaría durante más de cinco años. Pese a que la versión inicial afirmaba que, efectivamente, fue una maceta lanzada desde lo alto por una persona anónima la causante de la fractura de cráneo del Guardia Urbana, versión ratificada en un primer momento por el propio alcalde de Barcelona, Joan Clos, los jóvenes acusados e imputados se vieron envueltos en una espiral de mentiras que los llevaría a pasar por prisión en diversas ocasiones y durante distintos periodos, según cada caso particular.


En abril de 2011, Patricia se suicida durante un permiso para salir de la cárcel. Era estudiante de Literatura y escribía poesía. A lo largo del documental escuchamos los poemas que, desde el fatídico 4F, atestiguan sus emociones, su percepción de una realidad cruel, del proceso que la ha sumido en un estado anímico lúgubre, sin esperanza. La sensibilidad de Patricia no pudo soportar la presión de un sistema que, lejos de regirse por las necesidades de los ciudadanos que lo conforman, lo hace meramente por intereses políticos. En definitiva, un sistema perverso. Así, Patricia se erige en protagonista del relato, enfrentada a una Barcelona que juega el rol de alter ego, al menos en su representación institucional.


Con la intensidad de un thriller, vamos conociendo los hechos a través de las declaraciones de los distintos afectados, entre ellos de dos de los jóvenes imputados, Rodrigo Lanza y Juan Pintos, y dos amigas íntimas de Patricia, así como de filmaciones de distintos medios y distintos momentos relacionados con el proceso. Progresivamente, descubrimos los pormenores de la trama política que provocó la injusta acusación y encarcelamiento de los jóvenes, los porqués de las mentiras mantenidas contra los inocentes durante el proceso judicial. En dicha trama se ven envueltos, además de la Guardia Urbana de Barcelona, altos cargos del funcionariado, tales como el Jefe de Información de la Guardia Urbana, Víctor Gibanel, la jueza Carmen García Martínez o el por entonces alcalde de Barcelona, Joan Clos, así como órganos como la Audiencia Provincial o el Tribunal Supremo.


El Tribunal encargado de llevar el caso se basó únicamente en la versión de los Guardias Urbanos, una versión que desde el primer momento queda desmentida por las evidencias. Dicha versión prevaleció durante todo el proceso y, a día de hoy y pese a las pruebas que demuestran lo contrario, los acusados no han conseguido la retractación por parte de los órganos y personajes pertinentes. Dicho de otro modo, la presunción de inocencia, una garantía consagrada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fue saltada a la torera en beneficio de intereses políticos, y los acusados, como consecuencia, siguen siendo considerados como tales.


‘Ciutat Morta (‘Ciudad Muerta’),dirigido por Xavier Artigas y Xapo Ortega, debe su nombre a uno de los poemas de Patricia, así como el propio documental debe su existencia, tristemente, a la muerte de la poeta. El valor de ‘Ciutat Morta’ va mucho más allá del mero documento testimonial: sirve para esclarecer y dar a conocer públicamente los hechos y el corrupto proceso del 4F, así como para luchar para que los afectados obtengan su merecido reconocimiento como inocentes. Y, sobre todo, este documento fílmico sirve para honrar la memoria de Patricia, para hacer resonar su voz, para recordar que cualquiera pudimos y podemos ser Patricia Heras. ‘Ciutat Morta’ es un acto vindicativo contra los poderosos, para recordarles que sabemos que su justicia es una entelequia, y que cada uno de sus actos atroces será proporcionalmente correspondido desde el lado inverso, con sensibilidad, sustituyendo su justicia por la nuestra, la Poética, que no descansa. Y así será hasta que sus míseros valores terminen por consumirlos.


Documental completo:




      

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