Retratos de Bob Dylan en la National Portrait Gallery de Londres
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Aunque
pueda parecernos extraño, la relación de Bob Dylan con las artes plásticas
viene de lejos. Parece que ya desde pequeño realizaba bocetos y dibujos, aunque
será a finales de los 60 cuando se inicie en la pintura al sufrir un accidente
de moto y trasladarse a una casa rural de Woodstock con su familia. Así,
mientras se encontraba en fase de recuperación, comenzó a dibujar a lápiz las
cosas que tenía a mano, como cuenta en su autobiografía de 2004: “una máquina
de escribir, un crucifijo, una rosa, lápices, alfileres, paquetes de
cigarrillos vacíos…”, pero se dio cuenta de que en los próximos años quería
pintar autorretratos.
No tardó demasiado, en 1968 apareció uno en la portada del álbum Music from the Big Pink del grupo The Band y dos años más tarde encontraríamos otro en la portada de su propio álbum titulado, no podía ser de otra manera, Self Portrait. Las críticas de este décimo álbum de Dylan, sin embargo, no fueron demasiado piadosas: “¿Qué es esta mierda?” fue la frase inicial de Greil Marcus en la Rolling Stone, refiriéndose igualmente al autorretrato y al contenido del álbum. No obstante, parece que a Dylan le importó bien poco, pues en la primavera de 1974 se metió de lleno en la pintura durante dos meses en el estudio de un profesor de arte llamado Norman Raeben. En 1994 publicó Drawn Blank, un libro que contenía los dibujos que había realizado en la gira mundial entre los años 1989-1992.
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Pero
no veremos a Bob en un museo hasta 2007 cuando Ingrid Mössinger le invitó a exponer
sus gouaches y acuarelas en la Galería de arte Chemnitz de Alemania. Mientras algunos
críticos alabaron su trabajo comparándolo con artistas modernistas como Munch y
Matisse, otros lo despojaron profundamente, sobre todo cuando se exhibieron sus
dibujos de Drawn Black en la Halcyon
Gallery de Londres.
A pesar de todo, ya daba igual lo que se dijera en los medios o como decía Salvador Dalí “lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien”: la mayoría de las obras de Bob se vendieron y desde entonces hasta hoy se han realizado diferentes exposiciones por todo el mundo. Su Serie de Brasil se expuso en 2010 en Copenhague, la Serie de Asia en la Galería Gagosian de Nueva York en 2011 (de nuevo duramente valorada por presentar extrañas similitudes con las fotografías de Cartier-Bresson) y la Serie de Nueva Orleans en el Palazzo Reale de Milán en 2013.
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El
próximo 24 de agosto la Portrait Gallery
de Londres realiza una exposición con 12 retratos al pastel del músico
estadounidense titulada Bob Dylan: Face Value. El director
dijo en la rueda de prensa que “Bob Dylan es una de las figuras culturales más
influyentes de nuestro tiempo. Siempre ha creado un mundo muy visual, ya sea
con palabras o música, o en pinturas y pasteles.” Asimismo, el 27 de agosto se
lanzará la última edición de la serie de sus grabaciones no autorizadas (The Bootleg Series), donde
aparecerá otro de sus autorretratos y se llamará, lógicamente, Another Self Portrait (1969-1971). ¿Cómo
recibirá esto la Rolling Stone?
Lo cierto es que, digan lo que digan, nuestro Bob no se ha cansado de pintar y, aunque tenga ya 72 años, hemos visto que no es solo un capricho de la vejez, como él mismo apuntaba “He acabado dibujando la mayor parte de mi vida. En cuadernos, servilletas, papeles arrugados o cartón, platos…”. Así que, ¿quién somos nosotros para infravalorar esta creatividad cotidiana? Sólo un último consejo: no mezclar peras con manzanas, es decir, no comparar con su trayectoria musical, ¿quién podría ganarle a eso? Exactamente, ni él mismo.
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