Roy Lichtenstein en el Centre Pompidou

Lichtenstein (1923-1997) nace en el seno de una familia de clase media de Nueva York, su adolescencia estuvo marcada por el dibujo y por el jazz y desde entonces ya admiraba a Picasso, los períodos azul y rosa habían influido en sus primeros dibujos. Más tarde estudió Bellas Artes en la Universidad Estatal de Ohio y al finalizar fue contratado como instructor de arte en la misma universidad. Hasta los años 50 el artista realizó obras semiabstractas basándose en Picasso, Braque y Klee, pero no pudo vivir de su pintura hasta más tarde, realizó algunas exposiciones que no tuvieron demasiado éxito y se dedicó a otras cosas: trabajó como dibujante técnico, decorador de escaparates y diseñador de chapas metálicas, sin nunca abandonar la pintura. 

En la primera mitad de la década de los 50 se concentró en pinturas de temas americanos y exploró el expresionismo y la abstracción. En 1956 realizó su obra de transición: una litografía de un Billete de diez dólares que casi parecía que estuviera falsificando dinero. Lichtenstein dijo que “fue entonces cuando tuve la idea de hacer imágenes cándidas que parecieran necias y un poco estúpidas, con un color que diera la impresión de no ser arte”. Esta obra puede considerarse como “protopop”. Un año después se le ofrece trabajar como profesor en Oswego, una Universidad al norte de Nueva York. Aquí adoptó el expresionismo abstracto no figurativo, que ya se había establecido internacionalmente, pero adoptó tarde este estilo y no sintió cómodo, por lo que empezó a dibujar tiras cómicas con personajes Disney. 

En 1960 vuelve  a Nueva York para dar clase en la Douglass College de Nueva Jersey, llegando en el momento justo de los happenings de Allan Kaprow y las ideas de John Cage quien, siguiendo la estética duchampiana, creía que cualquier objeto o situación cotidiana era una obra de arte. Lichtenstein siempre constató que los happenings influyeron enormemente en su obra y que este ambiente le condujo a realizar los irónicos y provocativos cómics que se convertirían en el centro de su trayectoria artística. En este momento decidió romper completamente el lenguaje expresivo de la pintura y abogó por las técnicas industriales de impresión y el uso de globos y bocadillos a modo de cómic. El primer óleo con este nuevo estilo fue Look Mickey (1961), con colores industriales y puntos bendéi (usados en la impresión comercial), aunque todavía limitados y rudimentarios. 

Un hecho curioso y revelador de la época, fue que Warhol llegó a las tiras cómicas en el mismo momento que Lichtenstein, cuando ni siquiera se conocían. No obstante, las figuras cómicas de Lichtenstein eran mucho más provocadoras e innovadoras en cuanto a técnica, lo cual le supuso exponer en la galería de Leo Castelli en 1961. Warhol al ver los puntos bendéi de Lichtenstein pensó “Dios mío, ¿por qué no se me habrá ocurrido a mí antes?” y decidió abandonar el cómic y dirigirse hacia otra dirección, pues no podía competir con él. Ciertamente, nuestro artista había encontrado su sitio, abandonó los personajes Disney y buscó otros más anónimos en los anuncios comerciales. Su primera exposición individual en la galería de Castelli fue un éxito y vendió todas sus obras antes de la inauguración. Por fin podía dedicarse por completo a la pintura y renunció a la enseñanza. 

En esta época la publicidad invadía las calles con imágenes de productos de consumo y el pop art se sirvió de la misma estética, quizá Lichtenstein reaccionaba contra esta guerra de imágenes publicitarias y le atraía su parte ridícula. Así, durante los primeros años 60 realizaba dibujos basados en los anuncios publicitarios como una freidora, una lavadora, un sofá, una nevera, una radio, un cubo de basura o un calcetín. Asimismo, se basaba (y posiblemente se burlara de ellos) en los tebeos bélicos propiamente masculinos en la época y en los femeninos, adoptando el ideal de belleza joven. Las escenas, aunque fueran de amor o desamor o bien de guerras, al utilizar ese estilo de aspecto industrial las emociones no parecían reales. Lichtenstein decía que no pretendía criticar su sociedad, sino que su “obra trata más bien de la definición americana de las imágenes y de la comunicación visual”, simplemente muestra cómo era la representación publicitaria del consumo y acaba convirtiéndose en una parodia de sí misma. 

Lichtenstein, como ya hemos visto, se apropia de géneros existentes y también lo hace con el arte que pudo ver en los museos, especialmente europeo, pero también se aprecia claramente en sus obras su fascinación por la pintura paisajística china. Ya sabemos que sentía predilección por Picasso y experimentará con el cubismo, pero también con el surrealismo, futurismo y expresionismo, cogerá un Picasso, un Mondrain, las catedrales de Monet, el Jinete Rojo de Carrá, y los adaptará al lenguaje del cómic. 

Durante estos años, inmerso en la estética pop, se le dedicaron numerosas exposiciones individuales y retrospectivas que tuvieron itinerancia por el resto del mundo, dándose a conocer, de este modo, internacionalmente. En la década de los 70 y los 80, además de continuar apropiándose de obras de arte, su obra reflexiona sobre la ilusión y la abstracción (Espejos, Trompe l’oeil, Entablamentos), acercándose a la geometría y al minimalismo. Fueron obras que no gustaron demasiado, sin embargo, fueron difíciles de vender. Quizá fue la reacción de Lichtenstein ante la apropiación del pop art por parte de las clases adineradas, que convertían a los artistas en sus mascotas. 

En los 90 sus indagaciones sobre el ilusionismo, la abstracción, la serialización y la apropiación siguen presentes en su obra y se interesará, ya a finales de su vida, por el pensamiento taoísta y los paisajes chinos, así como por una nueva realidad fabricada, los llamados “cuadros virtuales”. 

Lugar: Centre Pompidou, París

Fechas: Del 03 de julio al 04 de noviembre de 2013.