El Minotauro, alter ego de Picasso

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Minotauromaquia
Pablo Picasso, La minotauramachie (1935)

La Minotauramaquia (1935) de Picasso, probablemente la obra gráfica más importante del artista malagueño, junto a quince de sus grabados de la serie Suite Vollard (1930-37) que giran en torno a la figura mitológica del Minotauro, se muestran en la nueva exposición de pequeño formato de la Fundación Juan March de Madrid con el título La Minotauromachie (1935): Picasso en su laberinto, después de haber pasado ya por las sedes de Palma y Cuenca. Además de las estampas, nos encontramos con documentos y obras literarias relacionadas con el Minotauro como El Aleph (1945) de Jorge Luis Borges o los 11 números de la revista surrealista Minotaure (1933-39) fundada por George Bataille y André Masson, en la que Picasso participó en la realización de un collage para la portada del primer número.


La mitología griega cuenta que el Minotauro era un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre, hijo de Pasifae, esposa del rey Minos de Creta, y un toro blanco. Minos mandó a Dédalo construir un laberinto para encerrar al Minotauro. Al ganar la guerra contra Atenas el rey entregó a 7 jóvenes y 7 doncellas atenienses como sacrificio al Minotauro. Pasados tres años, Teseo se ofreció voluntario para entrar en el laberinto para matar al monstruo y salvar a los atenienses que quedaran con vida; con la ayuda de Ariadna, hija de Minos, consiguió matarle.



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Pablo Picasso, Minotauro acariciando a una mujer dormida (1933)


Picasso reinterpreta el mito a su manera, se sirve del Minotauro para hablar del ser humano y sus contradicciones, el alma y el cuerpo, el bien y el mal, hombre y bestia a la vez. Será a partir de mayo de 1933 cuando el Minotauro aparezca en sus imágenes y el artista se vea reflejado en él: un escultor cobra la apariencia de Minotauro y aparece con su amante (y modelo) en la cama, beben, se abrazan… Por aquel entonces Picasso mantenía una relación secreta con su modelo Marie Thérèse Walter, por lo que las mujeres que aparecen en estos grabados se asocian con ella. Después observamos escenas donde el Minotauro se encuentra en el ruedo derrotado y a partir del año 1934 lo vemos envejecido, ciego y con un bastón, guiado por una niña con un ramo de flores en sus manos o bien una paloma.


Mucho se ha escrito sobre la crisis personal que Picasso sufrió en estos años, especialmente en 1935 cuando realiza La Minotauromaquia, ya que aparte de este grabado solo se dedicó a la escritura automática como vía de escape. Su mujer Olga le abandonaría definitivamente junto a su hijo Pablo y Marie Thérèse estaba embarazada de su futura hija Maya. Picasso posiblemente se sentía perdido, invadido por las dudas, al igual que el Minotauro en su laberinto.



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Pablo Picasso, Minotauro ciego guiado
 por una niña en la noche (1934)


En el famoso aguafuerte se encuentran los personajes que ya aparecían en sus grabados anteriores: la niña con una luz y un ramo de flores que evoca a una fotografía de Marie Thérèse a los trece años, quien tal vez guía al Minotauro (Picasso) que vaga solo en la oscuridad hacia el amor y la felicidad; la mujer adulta y torero desmayada sobre el lomo del caballo; el escultor sobre la escalera huyendo, pero con la vista atrás todavía con el intento, quizá, de grabar lo vivido en su mente. Se está produciendo todo un cambio en el artista que se verá con mayor claridad dos años más tarde con el Guernica (1937), La Minotauromaquia es considerada como el antecedente más cercano.

El único aspecto negativo de la exposición es que aguantará en la Fundación Juan March poco más de un mes (hasta el 31 de agosto), así que daos prisa y ¡no os la perdáis!



 

      

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